Calidad y Prácticas Seguras en el área de Enfermería Obstétrico-Ginecológica
INTRODUCCION
Saludos desde Granada, a todos los participantes del Séptimo congreso Internacional Virtual de Enfermería .
Con esta ponencia voy a tratar de mostrarles que la disciplina de la Bioética, cuyo fin último es el de respetar la dignidad de todas las personas, en este caso dentro del sistema sanitario, a la vez garantiza la salud y eleva el grado de seguridad de los pacientes.
Es por lo que pienso que debería ser incorporada de manera más plena, tanto en los...
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INTRODUCCION
Saludos desde Granada, a todos los participantes del Séptimo congreso Internacional Virtual de Enfermería .
Con esta ponencia voy a tratar de mostrarles que la disciplina de la Bioética, cuyo fin último es el de respetar la dignidad de todas las personas, en este caso dentro del sistema sanitario, a la vez garantiza la salud y eleva el grado de seguridad de los pacientes.
Es por lo que pienso que debería ser incorporada de manera más plena, tanto en los curriculums docentes de Grado de Ciencias de la salud y Medicina, como en la Estrategia de Seguridad del paciente, ya que es uno de los pilares básicos que sustenta la atención sanitaria, y puede ser un elemento innovador para alcanzar el empoderamiento de los pacientes, cuestión que se considera primordial para precisamente elevar su grado de seguridad.
La Bioética como disciplina, empieza a desarrollarse durante los años 70 en Estados Unidos, y aunque se atribuye a Potter, un bioquímico dedicado a la oncología como quien utilizó por primera vez el término en 1970, parece que ya anteriormente fue empleado por Fritz Jahr un filósofo alemán al hablar de la relación ética de los hombres con el reino vegetal y animal.
La Bioética viene a constituir la ética aplicada a las ciencias de la vida, no solamente al mundo de la salud, pero nosotros haremos referencia específicamente a éste último ámbito.
Fue tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se empezaron a publicar los primeros informes que versaban sobre los límites éticos de la investigación médica en seres humanos, una vez conocidas por la humanidad, las atrocidades que se ejercieron sobre los prisioneros judíos en los campos de concentración nazis, aunque aún no se hablara de bioética tal y como la entendemos ahora.
En el año 1985, Beauchamp y Childress, dos filósofos estadounidenses, publican el libro “Principios de la ética biomédica” donde definieron los cuatro principios de la bioética moderna que, en realidad, lo único que hacen es señalar algunos conjuntos de valores que han sido compartidos y definidos por muchas personas como importantes en el mundo de la biomedicina.
La bioética, surge, por tanto como disciplina que trata de proteger la dignidad de las personas, como principio formal básico de la vida moral, dentro del sistema sanitario, frente al avance creciente de la tecnología y de la complejidad de las intervenciones médicas.
Y aunque en sus inicios se trataba principalmente de respetar al paciente como sujeto de investigación, en poco tiempo se trasladó esta preocupación al plano asistencial, ya que se mostró que no sólo éstos necesitaban protección, sino también los pacientes que pasaban por un proceso de enfermedad.
Paso a continuación a ir especificando cada principio y cómo hacerlos efectivos puede contribuir a la garantizar o mejorar la seguridad del paciente.
El principio de No- Maleficencia señala que debe evitarse realizar daño físico, psíquico o moral a las personas. Para ello debe evitarse realizarles intervenciones diagnosticas o terapéuticas incorrectas o contraindicadas desde el punto de vista científico, técnico y clínico, inseguras o sin evidencia suficiente, y proteger su integridad física y su intimidad.
Como pueden observar, este principio, se encuentra directa y explícitamente relacionado con la seguridad del paciente, pues supone evitar todo el posible daño asociado a la atención sanitaria. Trabajar teniendo en cuenta este principio supone que los profesionales debemos estar al día respecto a las mejores evidencias científicas, intentar actuar con la más exquisita habilidad técnica, y tomar conciencia de que el cuerpo de los pacientes que pasan por nuestras manos, merecen el máximo respeto.
El principio de Justicia, indica que debe procurarse un reparto equitativo de los beneficios y las cargas, facilitando un acceso no discriminatorio, adecuado y suficiente de las personas a los recursos disponibles, y un uso eficiente de los mismos.
Por tanto, hacer efectivo este principio, significa que los pacientes tendrán asegurado el acceso, en igualdad de condiciones a los servicios sanitarios y a la tecnología médica que mejor respondan a sus necesidades. Tambien significa que los profesionales debemos de realizar un gran esfuerzo de responsabilidad para hacer el mejor uso de los limitados recursos de los que dispone nuestra sanidad, lo cual además contribuye a la sostenibilidad del sistema sanitario, cuestión a tener en cuenta, cuando sabemos que los recursos son limitados, y especialmente en tiempo de crisis, como los que aun venimos viviendo.
El principio de Beneficencia destaca que debe promocionarse el bienestar de las personas, procurando que realicen su propio proyecto de vida y felicidad en la medida de lo posible. En la actualidad, y especialmente en nuestra sociedad, donde las enfermedades crónicas y la dependencia van en aumento de la mano de la alta esperanza de vida que estamos experimentando, ya que ésta, supera los 80 años, tanto en hombres como en mujeres, esto supone para los profesionales el reto de conseguir que los pacientes desarrollen un proyecto de vida con sentido, en el que se sientan realizados, a pesar de las limitaciones que la enfermedad o discapacidad puedan generar. De esta manera los pacientes se aseguran no solamente la mejor resolución de sus problemas de salud, sino la mejor calidad de vida que en sus condiciones puedan llegar a alcanzar.
El principio de Autonomía indica que debe respetarse que las personas gestionen su propia vida y tomen decisiones respecto a su salud y su enfermedad. Toda persona enferma debe ser, en principio, considerada y respetada como un sujeto moral autónomo, responsable de sus propias decisiones respecto a la aceptación o rechazo de todo lo que le afecte a su proyecto vital. Esto significa la obligación de tener en cuenta su libertad y responsabilidad, y entender que es capaz de decidir lo que considera mejor.
De manera que un paciente autónomo, empoderado, implicado con su salud podrá ser nuestro mejor aliado para garantizar su seguridad, ya que contará con toda la información disponible sobre su proceso de enfermedad, tomará aquellas decisiones en virtud de sus valores, creencias o expectativas, y se responsabilizará de las consecuencias de dichas decisiones. Esto supone para los profesionales que nos encontraremos más protegidos ante posibles errores, como son por ejemplo, los fallos por administración de fármacos, ya que el propio paciente se convertirá en el mejor vigilante que podamos imaginar. Además, la responsabilidad sobre todo lo relativo a su salud, se compartiría entre profesionales y pacientes; también en caso de resultados adversos, puede ayudar a disminuir el número de reclamaciones, al tener conciencia y haber constancia de que el paciente fue adecuadamente informado y tuvo la opción de elegir, y no sentirse traicionado por alguien en quien confió y en última instancia actuó por cuenta propia.
En la actualidad, por tanto, los equipos sanitarios debemos necesariamente guiar nuestras actuaciones por estos principios éticos, que nos obligan a respetar y potenciar determinados valores en nuestra práctica asistencial o investigadora.
Además, la sociedad entiende que hay determinados valores que deben respetarse independientemente de la conciencia personal de cada uno, y son exigibles coactivamente, incluso bajo amenaza de sanción. Por eso, muchas veces estos principios o valores son codificados en formas de normas jurídicas y leyes. En el caso de España, podemos destacar por la relevancia en cuanto a que fue de las primeras leyes, y por su contenido, la llamada Ley de Autonomía del paciente aprobada en el año 2002.
A este respecto, comentar que el conocimiento y observancia de la leyes que rigen las relaciones entre profesionales y usuarios es también una de nuestras obligaciones, tanto como usuarios como profesionales, ya que nos ayuda a aliviar nuestros temores, protegernos frente a resultados adversos, prepararnos para afrontar situaciones que nos vayamos encontrando y aprender sobre nuestra salud.
Para terminar, me gustaría remarcar la opinión que tengo respecto a la necesidad de que la bioética se implante definitivamente en los curriculums docentes de todos los grados de Ciencias de la salud y Medicina, pues como he tratado de mostrar, no solamente se trata de una cuestión moral individual, e incluso legal, sino que hoy en dia, la practica asistencial o investigadora no puede eludir la aplicación de los principios, donde la dignidad de los pacientes debe ser respetada, sino que su seguridad también se ve seriamente afectada. Muchas gracias
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